viernes, 31 de mayo de 2013

El ayuno que Dios quiere

El ayuno que Dios quiere es éste:
que sueltes las cadenas injustas,
que desates las correas del yugo,
que dejes libres a los oprimidos,
que acabes con todas las opresiones,
que compartas tu pan con el hambriento,
que hospedes a los pobres sin techo,
que proporciones ropas al desnudo
y que no te desentiendas de tus semejantes.

Entonces brillará tu luz como la aurora
y tus heridas sanarán en seguida,
tu recto proceder caminará ante ti
y te seguirá la gloria del Señor.

Entonces invocarás al Señor
y él te responderá; pedirás auxilio
y te dirá: “Aquí estoy”
  • Isaías

lunes, 6 de mayo de 2013

NO SE TURBE TU CORAZÓN: ADORA Y CONFÍA

Os dejo la paz, … no se turbe vuestro corazón ni se acobarde  (Jn 14,27-31a)
No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere.
.
Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades
el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo,
acepta los designios de su providencia.
.
Poco importa que te consideres un frustrado
si Dios te considera plenamente realizado;
a su gusto.
Piérdete confiado ciegamente en ese Dios
que te quiere para sí.
Y que llegará hasta ti, aunque jamás le veas.
.
Piensa que estás en sus manos,
tanto más fuertemente cogido,
cuanto más decaído y triste te encuentres.
.
Vive feliz. Te lo suplico.
Vive en paz.
Que nada te altere.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.
.
Haz que brote, y conserva siempre sobre tu rostro
una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.
.
Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.
.
RECUERDA:
Cuanto te reprima e inquiete es falso.
Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas apesadumbrado, triste,
adora y confía…
.
.
P. TEILHARD DE CHARDIN

viernes, 3 de mayo de 2013

Haz de mi Señor un instrumento de tu paz

"¡Estoy hecho un lío, Señor! (¿Me oyes? ¿Estás ahí? ¿Existes?)... No me entiendo. No me sé.

¡Con lo fácil que sería ser como todo el mundo, seguir el camino normal, tener más de un par de zapatos y, de vez en cuando, celebrar un cumpleaños...!

Pero desde el día que tuve el coraje de decirme a mí mismo que no creía en lo que estaba haciendo, todo se me tambalea; mi fortaleza está casi derruída, como esta iglesia. Ya no sé en lo que creo ni lo que quiero hacer.

¿Por qué no dejar que todo siga adelante, decir las mismas mentiras que nos repetimos unos a otros, poner mis alegrías en conseguir de vez en cuando el último CD del artista de moda...?

Ahora ya es imposible. Aunque quisiera ya no podría engañarme otra vez. Y aquí estoy yo hoy, que quiero vivir a tope y no a sorbos... y ni siquiera sé por donde empezar...

Estoy hecho un lío, Dios. Y tú, ¿me oyes? ¿existes?

Tú eres el dios de mi niñez. El dios de las primeras mentiras; el "dios te ve" que justificaba tanta ley hipócrita de los mayores; el dios que estaba contento si yo me fastidiaba y que lloraba cuando me masturbaba... (bueno, cuando menos eso me dijeron).

El dios que justifica las guerras, que sanciona las injusticias
sociales, que enseña la sumisión, el acatamiento; que amenaza con la condenación eterna si te atreves a pensar por ti mismo... El dios de una Iglesia que emplea sus mejores energías en ver cómo seguir manteniéndose en el poder; el dios en quien no puede creer nadie medianamente inteligente al llegar a cierta edad... ¡Yo, como aquel señor, no soy ateo: solamente pido cosas dignas de creerse!

Pero tú eres también el Dios que salva el sentido de todo lo que existe: desde el humilde tronquito con una sola hoja hasta los trillones de estrellas regadas como un chorro de leche por los firmamentos perdidos.

Tú eres el Dios existente sin que nadie pruebe tu existencia. Tú no eres un político interesado en aumentar el número de votos, ni te aterroriza, como a las iglesias, que disminuya el número de creyentes, porque para ti lo de creyentes o ateos es algo secundario: todos somos hijos predilectos tuyos, carne de tu carne viva de Creador, hermosas criaturas pensadas una a una desde mucho antes de que el Universo estallase de alegría una mañana, borracho de vida.

En ti creemos los hombres cuando nos sentimos vivos y a ti te estamos viendo cuando vemos el latido de la vida todo alrededor.

Tú hiciste al perro que me mira con ojos candorosos preguntándome si lo voy a sacar a la calle; tú inventaste la lluvia que mansamente cae sobre los tejados de tejas rojas; tuya fue la idea de hacer crecer flores allí donde nadie llegará nunca a verlas, sólo por el gusto de que la belleza fuera gratuita.

De ti, Dios, tenemos semejanza cuando la madre sale corriendo para evitar que su hijito cruce solo la carretera; de ti cuando el hombre, después de un día agotador de trabajo, encuentra a los amigos en el
bar; de ti cuando en la calle la prostituta te agradece que le des fuego, sin repugnancia y sin lástima paternalista...

¿Qué importa que unos te llamen Dios y a otros simplemente se les llenen los ojos de lágrimas? Aunque para muchos tú no existas, todo lo bueno se parece a ti.

Estoy hecho un lío, Dios. ¿qué tengo qué hacer para no desperdiciarme? ¿Por dónde diablos se va a la gran alegría? No es el momento de seguir preguntándome si existes tú, sino de decidir cómo voy a existir yo.

"PADRE" te llamaba Jesús de Nazareth, que pasó por la vida haciendo el bien. Hasta que le exprimieron la vida cuando apenas empezaba a ser hombre. Todo por decirles a los poderosos, a los que deciden lo que
está bien y lo que está mal, que lo suyo estaba mal. Unos pescadores, un empleado de banca y unas cuantas mujeres menuditas le quisieron hasta el grito y la persecución. Porque se quitaba del sueño para andar curando gente, animando a los derrotados y llenando las tardes de paz y de esperanzas buenas.

EL era feliz así. ¿por qué? ¿qué tenía de grande su vida corta, rodeado de la escoria y la podredumbre de un rincón del mundo donde ni siquiera llegaban los periódicos? ¿Quién le pinchó en las venas esa locura de vivir abriendo nuevos mercados al amor? ¿Es que a la cumbre de la vida se llega yendo hacia abajo?

Jesús responde que aprovecha la vida quien pone manos a la obra para que haya vida en abundancia; quien no deja pobre con miseria ni enfermo con dolor ni doliente sin cariño. Que se vive en plenitud cuando se dedica la vida a producir vida (como el humilde asno que saca todo el día cubos de agua con la noria) y luego dejarlo todo más vivo cuando ya tú terminas....

Creer en ti no significa saberse el credo, sino pasar haciendo el bien. Ser cristiano significa hacerlo todo nuevo.

Que así sea en mí. Que esta sea mi locura. Yo engancharé mi vida a la tuya, como la manguera a la fuente y plantaré en mis entrañas la semilla de tu inmortalidad.




Haz de mí, Señor, un creador de cosas vivas;
haz de mí, Señor, un instrumento de tu paz.
Que donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga perdón;
donde haya discordia, ponga unión;
donde haya error, ponga verdad;
donde haya duda, ponga confianza;
donde haya desesperación, ponga esperanza;
donde haya tinieblas, ponga luz,
y donde haya tristeza, ponga yo alegría.



Haz, en fin, Señor, que no me empeñe tanto en ser consolado, como en consolar;
en ser comprendido, como en comprender;
en ser amado, como en amar.
Porque dando es como se recibe,
olvidando es como se encuentra,
perdonando se es perdonado

y muriendo se resucita a la vida que no conoce fin.


Así rezó Francisco, el buenagente. Y cuando ya era casi de noche, cuando el silencio reposaba ya sobre cada piedra de aquella iglesita casi destruida el crucifijo de San Damián habló a Francisco y le dijo:

Francisco, ve y repara mi Iglesia, que como ves, amenaza ruina."

de "Oracion en San Damiano", del libro Francisco el Buenagente, de Cortés.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Envíanos locos

¡Oh, Dios! Envíanos locos,
de los que se comprometen a fondo,
de los que se olvidan de sí mismos,
de los que aman
con algo más que con palabras,
de los que entregan
su vida de verdad y hasta el fin.
 

Danos locos,
chiflados,
apasionados,
hombres capaces
de dar el salto hacia la inseguridad,
hacia la incertidumbre
sorprendente de la pobreza;
danos locos,
que acepten diluirse en la masa
sin pretensiones de erigirse en escabel,
que no utilicen
su superioridad en su provecho.
 

Danos locos,
locos del presente,
enamorados de una forma de vida sencilla,
liberadores eficientes del proletariado,
amantes de la paz,
puros de conciencia,
resueltos a nunca traicionar,
capaces de aceptar cualquier tarea,
de acudir donde sea,
libres y obedientes,
espontáneos y tenaces,
dulces y fuertes.

Danos locos, Señor, danos locos.
  • L.J. Lebret